EL QUE HACE PECADO

El pecado es la cuestión candente en la gran guerra entre Dios y Satanás que comenzó hace mucho tiempo. Satanás se rebeló contra Dios e introdujo el pecado dentro del universo. La Biblia nos dice que la tercera parte de los ángeles lo siguieron en su rebelión y que Dios los echó fuera de los cielos. La perdición de Satanás está determinada y cierta. Ya él ha perdido la guerra. Pero antes que Satanás sea echado en el lago ardiendo con fuego y azufre, él hará una guerra desesperada para frustrar el propósito de Dios tocante la creación del hombre. Satanás odia a Dios, y especialmente al Hijo de Dios, a Cristo, y hará todo lo posible para disminuir Su gloria. Por eso, a causa del gran amor de Dios para con la humanidad, las almas forman el campo de batalla en esta guerra celestial.

El pecado es transgresión de la ley del reino de Dios. La ley de Dios es la manifestación de Su esencia y El no puede excusar el pecado jamás ni permitir aun una pizca de pecado en Su glorioso y santo reino. Por tanto, Satanás sabe, como ningún otro puede saber, que si él puede causar que los hombres y las mujeres pequen destruirá los planes de Dios para la humanidad. Dios tiene planes maravillosos para el hombre, la mayor parte de los cuales están escondidos de nuestra vista. Dios ha dicho,

Cosas que ojo no vió, ni oreja oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que ha Dios preparado para aquellos que le aman. I Cor 2:9

Ya que Dios ama al hombre tanto, Satanás odia a todos los hombres con un odio implacable y hará todo lo que está en su poder para que nosotros no disfrutemos las maravillosas bendiciones de Dios.

Hay solamente dos clases de gente en el mundo. Hay pecadores y hay santos. Cada persona en el mundo quién ha llegado a la contabilidad se encuentra en uno u otro de los grupos. Pecadores obedecen las leyes del reino de las tinieblas de Satanás y los santos obedecen las leyes del reino de la luz de Dios. No existen pecadores santos ni santos pecaminosos. Como dice el apóstol Juan,

El que hace pecado, es del diablo. I Juan 3:8

El vivir en el pecado es la prueba de que una persona vive en el reino de Satanás y el vivir en la santidad es la prueba de que la persona vive en el reino de Dios.

Cualquiera que es nacido de Dios, no hace pecado, porque su simiente está en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. En esto son manifiestos los hijos de Dios, y los hijos del diablo. I Juan 3:9, 10

Todos los verbos en estos versículos son en el presente. Por eso, para clarificarlos sería mejor traducirlos, "Cualquira que es nacido de Dios no está pecando porque su simiente está en él y no puede estar pecando porque es nacido de Dios. En esto los hijos de Dios son manifiestos y distinguidos de los hijos del diablo. (Mi propia traducción.)

¿No es claro de lo dicho que el pecado es lo que hace la diferencia entre el cristiano y el no cristiano? Juan dice que es exactamente este que distingue entre los dos. Los niños amados de Dios no pecan y los niños de Satanás sí pecan. Esto es la diferencia entre los dos. Y no es posible cambiarlo por medio de las doctrinas eclesiásticas o por la filosofía o por la incredulidad. Los cristianos son como su Señor y los pecadores son como su señor.

A pesar de estas claras declaraciones del apóstol Juan muchas personas tuercen varias cosas que él dice en tal manera que lo hacen contradecirse dentro de la misma epístola y con frecuencia dentro de uno o dos versículos. Este es una parodia de justicia muy terrible y mala, y algún día estas personas van a pagar excesivamente caro porque sus acciones no son de la ignorancia sino de un odio profundo hacia la santidad.

Juan no era un tonto ni un hombre ignorante. Además, él fue seleccionado directamente por el Señor mismo, y no hay duda alguna que el Señor escogió a un hombre muy sabio e inteligente para el gran servicio que hizo. Pero estos aborrecedores y enemigos de la santidad hacen que Juan sea un idiota con interpretarlo en tal manera que lo culpan de la más tontas contradicciones. Por causa de este esfuerzo constante a torcer las palabras de Juan vamos a clarificar su epístola para el que está engañado inocentemente. Pero me doy cuenta de que a los que odian la santidad no importa lo que digo porque en realidad ellos no quieren creer lo que ralmente dicen las escrituras y no van a hacerlo.

Cuando Juan escribió esta epístola, había una clase de gente entrando en la iglesia que causaron muchas dificultades por introducir herejías condenables que seducían a los imprudentes e indoctos que pecaran. Estas personas se llamaron gnósticos (una palabra que viene del idioma griego y que significa los conocedores) quienes profesaron una forma de conocimiento más alto, un conocimiento que los levantó de modo que no necesitaban la gracia salvadora de Dios por medio de Jesucristo.

Para entender esta epístola de Juan (y también aquella de Judas) hay que entender con claridad este error contra el que él escribió. Aunque este error en su forma pura ya no existe en la iglesia, hay una forma moderna que corre desenfrenadamente y arrastra a los hombres y las mujeres en el pecado y la muerte espiritual. Vamos a discutir esto más adelante.

Vamos a comenzar con examinar la creencia basica de los gnósticos. Esta creencia tuvo su origen en Percia y en Babilonia y todavía es la base de casi todas las religiones del este. No quiero pasar mucho tiempo en este punto, así pues daré una expicación simplificada de aquél credo. Ellos dijeron que en el universo existen dos niveles de la realidad. Hay lo espiritual, la cual es buena, y hay lo material, la cual es mala. Ya que Dios es espíritu, el espíritu es bueno y sin el pecado lo menos. De hecho, dijeron que es imposible que el pecado existiera en el mundo espiritual. Sin embargo, el universo material es por su naturaleza inferior al mundo espiritual y se corrompe con la maldad en tal manera que la maldad es una característica intrínsica del mundo material. Así pues, lo mismo que es imposible que el pecado existe en el mundo espiritual, también es imposible que el mundo material existe sin pecado. Esta idea se llama dualismo.

Ahora vamos a considerar las consecuencias de esta manera de pensar. Si la maldad siempre existe en lo material, entonces sería imposible vivir sin pecado mientras que estamos en el cuerpo porque la maldad siempre se manifiesta en el pecado. Pero no hay culpa alguna porque es en la naturaleza del mundo material a ser mal. Porque el mal es natural en la carne, no podemos tener culpa. El pecado es inevitable. No obstante, si la persona ha llegado a ser espiritualmente vivo por medio de este conocimiento alto, el espíritu se hace el verdadero YO y es eternamente puro, sin mancha o arruga pecaminosa cualquiera, aunque vive en lo peor de los pecados puesto que el espíritu no puede ser mal.

En otros términos, los gnósticos creyeron que podían vivir una vida licenciosa y al mismo tiempo profesar a ser una persona santa. La razón es que el hombre verdadero es el espíritu y el espíritu siempre es puro y sin pecado. Ellos creyeron que cuando murieran la parte mala y carnal se marchitará y desaparecerá y sólo el espíritu puro existiría. Entonces el espíritu se levantaría a Dios en los cielos como un santo puro y sin mancha. Es como un diamante bello en un estercolero. El estiércol nunca puede causar que el diamante sea otra cosa que un diamante. Quita el diamante del estercolero y llega a ser limpio, bello, y valioso.

Esta manera de pensar causó que los gnósticos negaran que Jesús vino al mundo en verdadera carne y sangre. Después de todo, conforme a la teología de los gnósticos Jesús no podía ser sin pecado si El tenía un cuerpo de carne y sangre. Por eso, ellos alegaron que en realidad El no vino en la carne. Su cuerpo no era real. Así, síguese que Sus sufrimientos y muerte no fueron real ya que El sólo tenía un cuerpo ilusorio. Además, esta doctrina los llevó a negar la resurrección del cuerpo y el juicio de los pecadores. Ellos creyeron que si la persona no llegó a ser un espíritu por medio de este conocimiento él simplemente desapareció como todo lo material. Pero si por este conocimiento él llegó a ser un espíritu, sería sin pecado alguno y no tendría una naturaleza pecadora la cual habría heredado de Adán. En concecuencia, no sintieron una obligación a negarse a si mismos cualquiera concupiscencia y no tenía necesidad de un salvador, es decir, negaron al único Salvador, nuestro Señor Jesucristo.

Ahora vamos a examinar una porción de la primera epístola de Juan y llegará a ser evidente que es esta horrible doctrina contra la cual Juan está escribiendo. Viendo esto, la epístola se hace muy clara al lector más que nunca. Así, por inspiración del Espítitu Santo Juan dice en I Juan 1:1-3,

Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos mirado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida; (Porque la vida fué manifestada, y vimos, y testificamos, y os anunciamos aquella vida eterna, la cual estaba con el Padre, y nos ha aparecido;) Lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros: y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.

Ahora notamos que Juan está testificando que Jesus era un hombre físico, que El tenía un cuerpo físico que se podía tocar y ver. ¿Por qué supone Ud. que él haría un punto especial acerca de este hecho? En I Juan 4:2-3 él refiere otra vez al hecho de que Jesus tenía un cuerpo de carne y sangre,

En esto conoced el Espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa que Jesucristo es venido en carne es de Dios: y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo es venido en carne, no es de Dios: y éste es el espíritu del anticristo, del cual vosotros habéis oído que ha de venir, y que ahora ya está en el mundo.

Lo que Juan está diciendo llega a ser claro cuando la persona se da cuenta de que él está combatiendo el error de los gnósticos que dice que Jesus era sin pecado solamente porque no tenía un cuerpo físico. Ellos dijeron que si Jesus había tenido un cuerpo físico El no podía haber sido sin pecado porque pecado siempre existe in lo material. Pues, era necesario que su cuerpo fuera espiritual y sólo tuviera apariencia de carne. Así, vemos que Juan ponía en claro que la impecabilidad no tiene que ver ni una pizca con la existencia material porque el cuerpo de Cristo no difería de cualquiér otro cuerpo y El era sin pecado alguno.

En la última parte de I Juan 1:1-3 él nos dice que solamente podemos tener comunión con El Padre mediante la vida que es en Su Hijo. Esta vida se manifestó a Juan y Juan la palpó y tuvo compañerismo con ella. Y porque él tuvo compañerismo con Jesús quién fue carne, también tuvo comunión con El Padre quién fue Espíritu. Este hecho nos muestra claramente que no hay antagonismo entre la carne y el espíritu.

Y estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido. I Juan 1:4

Esta declaración es sumamente importante. Nos dice que la cristiandad nos debe dar una plenitud de gozo. ¡Piense en eso! Cuando soy hijo de Dios, una plenitud de gozo inunda el alma. Por causa de esta inundación de gozo el hijo de Dios no necesita los placeras del mundo para ser contento. Al contrario, este gozo hace que el mundo parece sucio y repugnante. ¿Cómo está su alma, querido lector? ¿Es lleno de gozo? ¿O necesita los placeras del mundo para estar feliz?

Y este es el mensaje que oímos de él, y os anunciamos: Que Dios es luz, y en él no hay ningunas tinieblas. I Juan 1:5

Este es el mensaje que los apóstoles recibieron de Jesús mismo. Favor de notar esto, que las predicaciones de todos los apóstoles tuvieron la intención de hacer esto muy claro. Dios es luz, y en El no hay ningunas tinieblas. ¡No, ni una pizca! Dios y todo que pertenece a Dios son totalment antitéticos a las tinieblas. Este significa que es impossible que Dios puede tolerar el pecado en cualquiera forma. Cuando Dios se pone en contacto con el pecado o las tinieblas, el pecado y lo sucio deben huir de Su presencia. En la misma manera que la oscuridad no puede existir en la presencia de la luz, el pecado no puede permanecer en la presencia de Dios. Los dos son mutuamente repulsivos.

Si nosotros dijéremos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no hacemos la verdad. I Juan 1:6

Juan fue un hombre muy directo. No fue un escolar muy educado como Pablo. A diferencia de Pablo él no se entregó a demostraciones complejas y lógicas. Juan sabía que había en las iglesias los gnósticos que dijeron que tuvieron compañerismo con el Padre a pesar de que andaban en pecados abiertos. Juan no trata de usar el lógico para convencerles de su error. Juan simplemente dice que son mentirosos y no saben nada de la verdad. Se puede ver que por esta epístola entera Juan afirma constantamente que él que hace el pecado es del diablo, no importa quién sea. Su mensaje no cambia por toda la epístola.

Mas Juan no es simplemente negativo. Absolutamente, no. El nos da un mensaje de esperanza de que Dios nos ha proporcionado una manera de vivir sin pecado.

Mas si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión entre nosotros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. I Juan 1:7

¡Qué cosa grandiosa! Todos pueden tener comunión con Dios por aprovecharse de aquella fuente purificadora. ¡O, promesa preciosa a todo aquél que quiere ser como Cristo! ¡Qué noticia maravillosa para la persona que quiere ser libre de la naturaleza pecaminosa heredada de Adán!

En este verso Juan se refiere a la naturaleza pecaminosa y no a pecados cometidos. ¿Cómo lo sabemos? Pues, solamente cristianos pueden estar andando en la luz porque andar en la luz implica que la persona está andando en obediencia a Dios. Pero no podemos estar pecando y andando en la luz al mismo tiempo. Para entender esto mejor vamos a divagar un momento.

Todos los hombres nacen con la naturaleza caída de Adán dentro de sí. Esto se llama el pecado original, el principio de pecado, el hombre viejo, la mente carnal, o la naturaleza adámica por los teólogos. Esta naturaleza es oscuridad y no puede tener comunión con el Padre. Quando nos convertimos a Dios, nuestros pecados (plural) son perdonados. El Espíritu Santo respira la vida dentro de nuestros espíritus muertos para que ahora podamos comunicarnos con el Señor. Pero después de convertirnos esa naturaleza vieja todavía está dentro de nosotros y, en consecuencia, el nuevo creyente sentirá en su pecho de vez en cuando algo tratando de hacerle pecar.

No hablo de tentaciones de Satanás. Hablo de una propención interior hacia el pecado. Es esa naturaleza caída de Adán que recibimos por herencia. Y su extirpación es absolutamente necesaria porque Pablo nos dice que la mente carnal es enemistad a Dios y nunca puede sujetarse a El. ¿Si es así, como es posible que esa naturaleza entre en los cielos puros? Es claro que no puede. ¿Cómo puede esa naturaleza tener verdadera comunión con el Padre en quién no hay oscuridad alguna? Es claro que no puede.

Es por eso que Juan nos dice que si andamos en la luz, eso es, andamos en obediencia a Dios, como El está en la luz, la sangre de Jesucristo nos limpia de todo nuestro pecado (singular, es decir, la naturaleza pecaminosa) y purifica nuestros corazones. Es claro que Juan escribe a los creyentes y no a los incrédulos porque nadie puede caminar in la luz salvo un cristiano. Así que, el resultado natural de caminar en obediencia estricta al Señor es que el Espíritu Santo nos lleva a esa sangre detersoria que quitará cada mancha, cada corrupción, del pecado original de nosotros para que tengamos comunión con el Padre, ambos aquí en esta vida y perpetuamente en el mundo venidero.

Notémonos que la naturaleza pecaminosa no puede ser perdonada porque no hay culpa en ella. Yo no escojí tener una naturaleza pecaminosa lo mismo que no escojí tener ojos azules. Yo nací con los dos porque los heredé. Aunque no necesito ni puedo ser perdonado por esa naturaleza, sí necesito que el corazón sea limpiado de esa naturaleza pecaminosa porque un corazón pecaminoso no puede estar en la presencia de un Dios santísimo. Y, gracias a Dios, Jesús derramó su sangre en la cruz, no sólo para perdonar mis pecados que cometí antes de conocerle, sino también para limpiar el corazón de esta naturaleza pecaminosa que heredé de Adán.

Permítanme parafrasear I Juan 1:7 en esta manera, "Si caminamos en obediencia al Padre, tenemos comunión con El, y la senda en la cual El nos guia nos llevará a la fuente limpiadora de la sangre preciosa de Jesucristo y esa fuente nos limpiará de la naturaleza adánica para que tengamos comunión perfecta con el Padre aquí y para siempre." Como dice las escrituras, "Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios," y "Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor." Así es que Juan nos dice que la sangre de Jesús puede y limpiará nuestros corazones de todo pecado. ¡Que noticias maravillas! Jesús no sólo puede pero destruirá la obra de Satanás en nuestros corazones y nos hace perfectamente limpios en los ojos de Dios. Esto es lo que Juan dice. ¡Aleluya!

Todos los luchadores contra la santidad quienes son amantes del pecado odian esta doctrina y harán todo lo posible para torcer estas palabras para que digan algo diferente de lo que en realidad dicen. Los opositores en los días de Juan se llamaron gnósticos. Juan sabía que ellos negarían que tuvieron una naturaleza pecaminosa y que necesitaron el limpiamiento de la sangre de Cristo. En la anticipación de su cavilación él dice,

Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. I Juan 1:8

Ahora notamos que él otra vez usó la palabra pecado en el singular. No dijo que si decimos que no pecamos o que no tenemos pecados. En este lugar no habló de pecados cometidos sino de la naturaleza pecaminosa que todos los hombres heredan de Adán. Los gnósticos negaron que nacieron con una corrupción espíritual porque creyeron que la iniquidad o la maldad no existen en el espíritu. Por eso, Juan clara y francamente dice que ellos son mentirosos.

Después de tratar con la naturaleza pecaminosa Juan aborda los pecados cometidos porque los gnósticos dijeron que, a pesar de cometer muchos pecados, no tuvieron culpa alguna porque pecado siempre está en la carne y es imposible no pecar. Por eso, Juan dice,

Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. I Juan 1:9

Es claro que Juan está hablando de pecados cometidos porque usa la palabra pecado en el plural. Pecado en el plural siempre significa actos o hechos de la voluntad. Por lo cual, Juan claramente declara la doctrina de perdón de pecados pasados y el limpiamiente subsiguiente de la vida para que la persona no peque más. Después de todo, ¿si somos limpiados de toda maldad, cuanta maldad queda en nosotros? Y si no tenemos maldad en nosotros, es porque no estamos pecando. Esta doctrina no es difícil de entender. El problema yace en los corazones de los que niegan la posibilidad de vivir sin pecado. Expresado muy bruscamente, ellos aman sus pecados y no desean la santidad.

Los gnósticos alegaron que ellos mismos nunca pecaban y nunca habían tenido culpa alguna. Por eso, ellos no tenían necesidad de confesar pecados y no tenían necesidad de limpieza de la maldad. La razón fue porque alegaban que sus cuerpos malos pecaban pero que ellos mismos nunca tenían culpa de aquellos pecados porque los verdaderos "ellos" fueron sus espíritus puros. En anticipación de esto Juan dice,

Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros. I Juan 1:10

Fíjense que Dios había dicho que, "Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios." Romanos 3:23. Pero aquellos religiosos malos rehusaban las palabras de Dios y no aceptaban su culpa y rechazaban la salvación y limpiamiento que experimentarían por arrepentimiento y por sumergirse en la fuente de la sangre de Cristo.

Es claro que con este punto de vista evitamos una interpretación que hace que Juan sea culpable de una contradicción grosera. Ahora todos los versiculos son conforme a todo el resto de su epístola. No hay aun una contradicción entre esta parte y el resto. Además, es de acuerdo del intento del autor de la carta porque el dice en el versiculo entrante, I Juan 2:1,

Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis.

Es decir, el apóstol dirigió esta epístola a los creyentes para asegurarles y amonestarles que no hay lugar en la cristiandad para el pecado. El cristiano debe y puede vivir sin el pecado. El gnóstico dijo que no podemos y, por eso, no necesitamos vivir así y, además, que no importa a Dios. Pero Juan dice que sí podemos y sí debemos para entrar en los cielos. En otras palabras, si peco, no puedo estar en el reino de Dios.

PECAR O NO PECAR, ESTA ES LA CUESTION

Así, volvemos al primer artículo en este tratado. El verdadero punto de disputa en esta gran guerra espiritual es el pecado. Y parece que no importa la claridad con que este punto es declarado por los muchos hombres de la Biblia, incluyendo aun Jesús mismo, siempre existen profesores de la cristiandad, personas que son amantes del pecado y del mundo, qienes torcerán las santas palabras de este santo libro, escritos por aquellos santos hombres bajo la inspiración del Espíritu Santo, para que estas palabras digan que no podemos ser libres de pecado en esta vida y que, además, no importa ni un comino.

El gnóstico decía que no importaba porque el pecado es inherente en la carne y Dios no nos dará culpa porque no podemos evitarlo. El calvinista hoy día dice que no podemos ser libre del pecado en esta vida y no importa porque cuando aceptamos a Cristo como nuestro Salvador estamos envueltos en el manto de la justicia de Cristo y, por eso, Dios no puede ver nuestros pecados. Como es patente, el calvinismo y sus variaciones son tan sólo la forma moderna del gnosticismo. Por esta razón, la primera epístola de Juan es todavía una arma necesario y potente en el arsenal de Dios contra el pecado.

Yo digo, "Calvinismo y sus variaciones," porque hoy día hay relativamente pocos verdaderos calvinistas. Existen unos presbiterianos ortodoxos y unos otros que se llaman bautistas porfiados que todavía se aferran a la doctrina de la predestinación y los otros puntos teológicos del calvinismo, pero ellos son una minoridad pequeña de los calvinistas modernos. La mayoría vasta de los calvinistas modernos se aferran a sólo uno de los puntos de Calvin, eso es, la perseverancia final de los santos, lo que llamamos "una vez salvo, siempre salvo," o "la seguridad eterna."

Esto es interesante porque Calvin mismo creyó que su teología dependería en la veracidad de todos los puntos. El se dió cuenta de que para que su sistema resista escrutinio lógico fue necesario que todos los puntos de su sistema sea válido. Sin embargo, pocos de los calvinistas modernos creen que por decreto soberano Dios ha creado unos para la salvación y otros para la condenación, que no tenemos nada que ver con el resultado porque ya es decretado de antemano por Dios. Casi todos reconocen que esta doctrina demuestra que Dios es peor que Hitler o Stalin. Esta doctrina no nos presenta un Dios de amor sino un demonio malicioso.

Aunque le dan crédito a Calvin por la teología que lleva su nombre, no es la verdad porque es claro que muchos años antes un hombre se llama Augustino en el quinto siglo publicó una teología muy similar. Pero es claro que ni aun Augustino fue el inventor de esta doctrina horrible. Los saduceos en los tiempos de Cristo creyeron algo similar siglos antes de Augustino. Empero la doctrina apareció la primera vez en el mundo en el jardín de Edén cuando la serpiente aseguró a Eva que no moriría si pecaba.

Tomemos un claro mira a la doctrina moderna de Calvin para que nosotros la podamos trazar a su origen. Básicamente, lo que la doctrina de la seguridad eterna dice es que una vez una persona recibe a Cristo como su Salvador él nunca puede perder su salvación. En otras palabras, él es eternamente seguro. La consecuencia de esta doctrina es el antinomianismo puro, en otras palabras, la licencia. Ya que la Biblia dice que todas las doctrinas de Dios son de acuerdo a la santidad, esta doctrina no puede ser posiblemente una doctrina de Dios porque no produce la santidad puesto que la naturaleza humana es tal que el hombre casi siempre camina tan cerca de la línea como posible y donde no hay prohibiciones legales, él seguirá sus deseos para cumplir las lujurias de la carne.

Esta es la razón por la cual casi todas personas exceden a la velocidad permitida a menos que ellos vean un coche de la policía. Es la amenaza de una multa que causa que casi todas las personas refrenen su deseo licencioso a manejar a una velocidad ilegal. Es la amenaza de un divorcio que hace que muchos hombres y mujeres eviten el adulterio. Es la amenaza del CIDA que causa que algunos de los homosexuales no practican la homosexualidad. Es la amenaza del embarazo que causa que algunas mujeres eviten fornicación. Es la amenaza de la cárcel que cuasa que queden muchas personas honestas. Al quitar estas amenazas la mayoría de las gentes se rendirán a sus lujurias en un golpe de corazón. Este es el resultado de ser criaturas caídas. Así que, cómo se puede esperar que una persona quien profesa a ser un cristiano y no ha tenido el corazón purificado de la naturaleza pecaminosa de Adán se refrene de gozar sus lujurias, si él es eternamente seguro, no importa lo que haga. Nunca acontecerá.

Ahora puede ser que un profesor de la cristiandad se refrenará de las formas más sensuales del pecado porque él no quiere realmente ser un libertino o un jugador o un vicioso de drogas o un borracho. Pero la prueba verdadera está en nuestra separación del mundo. Los pecadores decentes no cometen los pecados licenciosos. Mi madre y mi padre eran pecadores decentes. Ellos nunca cometieron el adulterio. Ellos nunca fueron ebrios. Mi padre no juraba por nada. Ellos eran gente buena. Pero ellos no eran cristianos.

La prueba verdadera es en nuestra relación a esta cosa que la Biblia llama el mundo. La Biblia dice que el mundo es un enemigo de Dios. Por eso, si soy meramente un amigo del mundo estoy también en enemistad con Dios. Así una persona puede salir de los pecados licenciosos y todavía permanecer en la enemistad con Dios. Diga al que cree en la seguridad eterna que debe dejar de mirar la televisión y vemos lo que acontece. Dígale que él debe rendir su país y renunciar a matar en la guerra y vemos lo que acontece. Mándelo evitar la política porque es el reino de Satanás y vemos lo que él hará. Pida a una bautista no ir a la playa en su traje de baño y vemos lo que ella dice.

¿Cree realmente él que cree en la seguridad eterna que no hay injusticia con disfrutar actos pecaminosos en la televisón o en las películas? ¿Puede usted decir honestamente que un bautista o un presbiteriano negaría que difrutar las escenas del sexo descubierto en la televisón o en las películas es pecaminoso, que ellos dirían que tomar el placer en el pecado no es pecaminoso? Yo pienso que puedo decir con certeza que todos ellos en sus corazones sepan que tomar el placer en el pecado es pecaminoso. ¿Cesarán ellos ir a ver películas? No. ¿Por qué? Porque ellos piensan que pueden hacer este pecado y todavía permanecen cristianos. En otras palabras, esta doctrina horrible produce licencia en sus adherentes porque quita las amenazas.

Es en respecto al mundo donde estas personas llegan muy corto. Ellos aman al mundo y aun matarían y morirían para ello. Piense acerca de esto. Un gobierno pecaminoso dirigido por un presidente pecador les dice a ellos que deban matar a mucha gente por la causa de su país. Pero Jesucristo, que se llama Príncipe de la Paz, dice que debemos seguir la paz con todos los hombres y la santidad sin la cual nosotros no podemos ver a Dios. El mundo manda matar y el Señor manda no matar. ¿A quién obedecerán ellos? ¿Al mundo o al Señor? Si ellos obedecen al Señor, ellos tendrán que sufrir el reproche y quizás aun la persecución. Casi invariablemente ellos obedecerán al mundo. Es allí donde el lugar de la batalla verdadera existe. ¿Obedeceré yo a Dios o a hombre? Si obedezco a Dios, yo sufriré. Si obedezco al hombre, yo no sufriré. Nosotros instintivamente retrocedemos del sufrimiento. Así que, sólo cuando sabemos que, si evitamos este sufrimiento presente, sufriremos para siempre, tendremos un freno a nuestras debilidades carnales suficientes para inducirnos a vivir una vida buena bajo cualquier y todas circunstancias.

Ahora Satanás sabe que el pecado trae la separación de Dios porque cuando él pecó, él fue pateado fuera del cielo. Satanás no nos puede tocar directamente. El tiene el poder magnífico pero sólo el poder del engaño. Su gran trabajo desde el principio ha sido engañar e inducir a hombres y a mujeres al pecado.

Miremos el principio del conflicto. Nosotros lo encontramos en el libro de Génesis. En el segundo capítulo Dios ordenó a Adán y a Eva que no comieran de la fruta de un cierto árbol. Si ellos comieran de ella, El les aseguró a ellos que morirían. En el tercer capítulo Satanás persuadió a Eva que ellos no morirían. En la esencia él dijo que Dios fuera un mentiroso y no dijo la verdad. Esto era la introducción del calvinismo en el mundo. Satanás dijo a Eva que ella podría pecar con la impunidad. Eva creyó a Satanás y nosotros sabemos lo que aconteció.

Esto es dónde esa doctrina horrible comenzó. Satanás es el padre de mentiras y una mentira es el contrario de la verdad pero Jesús es la verdad. Así, una mentira es la única base de todo pecado y la verdad es la base de toda santidad. Satanás es opuesto a Jesús y el pecado es opuesto a la santidad. "¿Qué concordia tiene Cristo con Belial?" preguntó el apóstol Pablo. Obviamente ninguno. ¿Qué concordia tiene el pecado con la santidad? Otra vez, obviamente ninguna. ¿Qué concordia tiene un pecador con Cristo? Otra vez, obviamente ninguna. Un pecador peca porque él es un pecador y, además, todos que pecan son los pecadores. Pero Jesús es Dios y en El no hay oscuridad alguna. Así, es manifiestamente imposible que un pecador pudiera estar en Cristo y es igualmente imposible que el manto puro de la justicia de Cristo pudiera cubrir un pecador.

El defender la idea que el pecado puede existir en los cristianos es igual a defender la idea que el reino de la oscuridad puede existir en el reino de la luz. Es decir que hay concordia entre Cristo y Belial. Torcer las escrituras para justificar su amor al mundo y al pecado es igual a trabajar para probar que Satanás es más poderoso que Jesucristo. El pecado es el trabajo del diablo, según Juan,

El que hace pecado, es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. I John 3:8

Jesús vino al mundo para destruir el pecado porque el pecado es el trabajo del diablo. Pero estos justificadores del pecado en la cristiandad están diciendo que Jesús es incapaz de destruir el trabajo de Satanás en el hombre. En otras palabras, ellos dicen que Jesús no tiene el poder para liberar el hombre de los trabajos de Satanás. (¿No es esto el gnosticismo?) Ellos dicen que el hombre deba pecar hasta la muerte porque Jesús es incapaz de purificarnos de todo pecado. Así, con la mano derecha ellos levantan arriba a Cristo y con la izquierda levantan a Satanás. Y parece que son zurdos porque hacen a Satanás más poderoso que a Cristo.

Esto debe ser muy claro al entendimiento de cualquiera persona pensadora, pero tengo dudas de que lo sea. El amor del mundo se planta profundamente en el hombre pecador. La religión no lo quitará. Aún una religión que usa el nombre precioso de Jesús es incapaz de deshacer el corazón oscuro del amor del mundo. Satanás ama todas las iglesias que aumentan su poder en el nombre de Jesús. Satanás baila con la alegría cuando él oye que algún Dr. Fulano o algún Reverendo Fulano trabaja para convencer a las almas pobres que Jesús no puede limpiarnos y no nos limpiará de toda injusticia en esta vida. Los seguidores más ardientes de Satanás son los llamados ministros de Cristo que predican que debemos pecar mientras que estamos en el cuerpo. Y, en realidad, la gente quiere que lo sea así.

ESTE ES EL AMOR DE DIOS

Por toda esta epístola maravillosa Juan trabaja constantemente en su pelea contra los amantes del mundo y del pecado. El ataca la cuestión de varios ángulos para que nadie sea sin la excusa. Ahora miramos su ataque contra esa gente que dicen que aman Dios mientras ellos están en el pecado. El dice con su franqueza usual,

Porque este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son penosos. I John 5:3

Juan acentúa dos puntos en este versículo. Primero, él nos dice lo que el amor de Dios realmente es. El amor de Dios no es el sentimiento. No es el hablar o testificar. No es el cantar o la poesía. Según el apóstol el amor de Dios es simplemente obediencia a Sus mandamientos. En otras palabras, nosotros no podemos amar a Dios si Lo desobedecemos. Cualquier profesión al amor para Dios mientras pecamos es la tontería y la locura de la clase peor. Segundo, Juan dice que al cristiano verdadero los mandamientos de Dios no son penosos. Si un hombre ama sinceramente a Dios, el obedecer no será duro porque tiene una pasión para complacer a Dios. Así que, podemos decir lo siguiente: si a nosotros los manda-mientos de Dios no son penosos, nosotros no sólo podemos sino también los haremos prontamente porque Lo amamos.

Ahora miremos lo que el seguritista eterno dice, eso es, la persona que cree que una vez convertida no puede perder la salvación. El dice que nunca podemos vivir sin el pecado en esta vida. El dice que pecamos todos los días de nuestras vidas en el pensamiento, en palabra, o en acto porque no podemos ser diferentes. En otras palabras, él dice que encontramos los mandamientos de Dios demasiado difíciles porque ellos nos son penosos. En alguna manera muy extraña estas personas leerán las palabras simples del apóstol y dirán que las creen y que creen que son la palabra de Dios y entonces lo contradicen al mismo instante. Y parece que ellos son incapaces de ver esta falta fantástica de la lógica.

Venid, pues, y razonemos juntos. Si un seguritista eterno tuviera una esposa adúltera, ¿la creería si ella insistiera que realmente lo ama aunque está cometiendo adulterio cada día? ¿Puede usted creer que aquel teólogo la creería si ella lo miraría en los ojos y diría que el problema es que es demasiado penoso esperar que ella sea fiel? Ella lo asegura que lo ama supremamente y aun dice a sus amantes cuánto ella ama a su esposo, pero es injusto esperar que ella sea casta porque no es posible que ella quede fiel a su esposo. ¿Qué piensa usted? ¿Aceptaría aquel teólogo la infidelidad de su esposa? ¡Claro que no! Es una tontería.

Considere la relación de un hombre con su país. ¿Puede un hombre amar a su país y ser un traidor al mismo tiempo? ¿Puede un hombre amar a su país y servir a los enemigos de su país al mismo tiempo? Por supuesto, todos los hombres reconocen fácilmente que esto es insensato. Sin embargo, millones de seguritistas eternos creen que un hombre puede amar a Dios pero servir a Satanás al mismo tiempo. Pecar es obedecer a Satanás y a quien obedecemos, es a quién nosotros pertenecemos. Es imposible servir a Dios y a Satanás al mismo tiempo.

Reconozco libremente que si el seguritista eterno está correcto cuando él dice que debemos pecar hasta la muerte entonces nosotros no tenemos culpa alguna. Pero yo quisiera preguntar al seguritista eterno cual de los pecados piensa que debe cometer. ¿Debe cometer el adulterio? ¿El no tiene el poder para escoger en la cuestión? Pienso que su esposa no estaría de acuerdo. ¿Debe cometer el asesinato? ¿Debe blasfemar? ¿Debe la mujer vestir inmodestamente y de acuerdo a las modas del mundo? ¿Ella no puede escoger en la cuestión? ¿Debe una persona mirar la telvisión mala? ¿Dígame, por favor, cual es el pecado que se debe cometer porque no tiene el poder de resistir en la cuestión?

Ningún calvinista jamás me ha dicho cual de los pecados él debe cometer. Y si tiene el poder para no pecar, entonces él peca solamente porque quiere pecar. Y eso es apenas el punto. El seguritista eterno no vive una vida santa y no quiere vivir una vida santa simplemente porque él quiere disfrutar ciertos pecados y placeres del mundo. Y él se permite ser engañado porque él quiere ser engañado. El quiere su mundo y a Cristo a la vez.

NO AMÉIS AL MUNDO

Examinemos otra declaración de Juan.

No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre. I Juan 2:15-17

El sistema del mundo y las cosas del mundo, según Juan, son opuestos a Dios. Es imposible amar al mundo y a Dios al mismo tiempo. ¿Por qué? Es simplemente porque, como es expresado en el verso 16, este sistema del mundo pertenece a Satanás. Toda mundanalidad fue inventado por Satanás para el único propósito de desviar las mentes de los hombres de Dios. Las costumbres y las modas y los entretenimientos y los deportes y la política del mundo son las invenciones de Satanás y bajo su control. Y en estos días el mundo se está perfeccionando para que el hombre pueda adelantarse bastante agradablemente sin Dios. Además, la sensualidad obsena y el paganismo llegan a ser aceptables a muchas llamadas iglesias cristianas en estos días finales.

Cuándo Jesús fue interrogado lo que es el mandamiento más grande,

Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.Mateo 22:37

Notamos que Jesús menciona tres áreas en que debemos dar nuestro todo a Dios: el corazón, el alma, y la mente. Esto abarca la carne, la mente, y el espíritu. Ahora comparemos lo que Jesús dijo a lo que Juan dijo.

En el verso I Juan 2:16 Juan indica también que todos los pecados caen en uno de las tres categorías: la carne, la mente, y el espíritu. El pecado es el deseo y el uso ilícitos de cosas en si mismos legítimas. Por ejemplo, los deseos de la carne, si se usa dentro de los límites de las leyes de Dios, no son pecaminosos. En otras palabras, el sexo en el casamiento, alimento sabroso, etc, son lícitos. Todos los pecados de la carne, los pecados sensuales, son las perversiones de nuestros apetitos naturales y son grandemente ofensivo a Dios.

Nuestras mentes también deben ser totalmente dedicadas a la gloria de Dios. Así, podemos escribir y cantar canciones espirituales, la música que no refleja el espíritu del mundo. Podemos estudiar las ciencias con la intención de glorificar a Dios. Podemos disfrutar la confraternidad de nuestras familias y nuestros hermanos religiosos de una manera que glorifica a Dios. Podemos gozar la naturaleza de una manera que glorifica a Dios. Estos son los usos legítimos de nuestras mentes.

Pero el mundo de Satanás se diseña en tal manera para tomar nuestras mentes de Dios. Las costumbres y las modas de vestido son diseñados con el propósito de hacer a uno atractivo al sexo opuesto, aun para producir la lujuria. Las ciencias son dedicadas a probar que el universo no es la hechura de las manos de Dios. La medicina es diseñada para que el hombre olvide a su Creador y confie de hombre. Los deportes son diseñados para crear la competencia y el orgullo. La educación es diseñada a glorificar al hombre y a excluir a Dios. El mundo está por su naturaleza anti-Cristo y anti-Dios. Y esto no debe ser una sorpresa desde que Jesús dijo que Satanás es el Príncipe de este mundo.

Entonces, por supuesto, hay el corazón o el espíritu, eso es, el lugar donde o Dios o Satan mora en nosotros. El corazón debe pertenecer a Dios porque es Su templo. Pero Cristo no puede tener concordia con Belial. Así, Cristo no puede morar en ese corazón que permite a Satanás y el reino de Satanás tener cualquiera influencia. Desde que el corazón no puede estar vacío, Satanás siempre mora donde Dios no está. El corazón que no tiene el Espíritu Santo residente tiene automáticamente el espíritu de Satanás allí. No importa que una persona no ha escogido conscientemente a servir a Satanás. Si esa persona es parte del mundo, él es gobernado por Satanás.

Juan introduce esta idea del mundo en su epístola porque los gnósticos eran dados a todos los placeres del mundo. Ellos alegaron que fueron seguidores de Dios mientras que disfrutaban los pecados brutales de la carne, mientras que eran participantes totalmente de los placeres de la sociedad, y mientras que estaban activamente participando en esa forma de la idolatría que se encontró en el gnosticismo.

Nuestros gnósticos modernos son lo mismo. Ellos llenan sus iglesias con el adulterio vía divorcio y recasamiento. Muchos de sus miembros se comprometen en dar cita a uno, aun incluyendo la fornicación. Ellos son enamorados de las costumbres y las modas de vestido. Ellos se preocupan con el deporte y la política de este mundo. Y su dios no es el Dios de la Biblia quien dice,

Como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque Yo soy santo.

Su dios es un dios que permite el pecado y la mundanalidad. Esto es la idolatría.

VAMOS A OIR LA CONCLUSION DE TODO EL ASUNTO

La Biblia se compone de tres cosas que nos relacionan directamente hoy: los mandamientos de Dios, las promesas de Dios, y las advertencias de Dios. Para entender completamente cómo estas cosas se relacionan con nosotros, nos damos cuenta de que la Biblia no fue escrita a los incrédulos. Pablo nos dice en II Tim 3:16-17 la razón que se escribió la Biblia,

Toda la Escritura es inspirada por Dios y es útil para la enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para la instrucción en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente capacitado para toda buena obra.

La Biblia se escribió para que el hombre de Dios, el cristiano, pueda ser perfecto. Así, claramente, la Biblia no se escribió para el no creyente.

Si esto es la verdad, y Pablo dice que es la verdad, entonces cada parte de la Biblia debe pertenecer al cristiano, no solamente unas partes escogidas, sino todo. En otras palabras, los mandamientos de Dios, Sus promesas, y Sus advertencias y amenazas son todas aplicables al creyente. Pero el calvinismo, es decir, la seguridad eterna, elimina dos de los tres.

Si la seguridad eterna es correcta, los mandamientos de Dios realmente ya no son los mandamientos para nosotros una vez que somos salvos sino ellos llegan a ser no más que las sugestiones de Dios porque esta doctrina dice que no es necesario obedecer a Dios para entrar en los cielos. Y las amenazas de Dios ya no son amenazas para nosotros una vez que somos salvos sino llegan a ser no más que mentiras divinas sin sentido alguno puesto que esta doctrina dice que desobediencia no trae la perdición. De acuerdo a su manera de pensar solamente Sus promesas aplican a los cristianos.

Así, de acuerdo a esta doctrina la mayor parte de la Bíblia llega a ser sin sentido alguno porque la Biblia fue escrita solamente para el creyente a quien casi nada realmente pertenece. Esta doctrina produce una resulta que es ilógico y tonto. A fin de cuentas, si la Biblia fue escrita solamente para el creyente, síguese que los mandamientos y las advertencias deben ser para el creyente o de otro modo la Biblia es sin valor.

El apóstol Pablo dice que por fe somos salvos (Ephesos 2:5) y el justo vivirá por fe (Heb 10:38). Somos salvos y hechos justos por fe en la sangre de Jesucristo. Y permanecemos justos por caminar en la fe. ¿Pero la fe en qué? La fe en Dios, en Sus mandamientos, promesas, y advertencias, la fe que Dios siempre significa lo que El dice. La fe en Sus órdenes nos dirigirá a la obediencia. La fe en Sus promesas traerá el ánimo gracioso. Y la fe en Sus advertencias nos dirigirá a un terror sagrado de ofenderlo.

Permítame citar algo del libro Pinturas de la Pluma de Pablo por W. G. Heslop en que habla de todos los hacedores de lo malo, incluyente esos que profesan la salvación. "Habiendo seguido los engaños del Diablo y habiendo amado el pecado antes que la santidad, ellos para siempre será dado a sus propias elecciones malas. El infierno es un mundo de miserables ingratos y rebeldes quienes deliberadamente han escogido una vida del pecado y quienes se han vuelto contra un bondadoso, cariñoso, y compasivo Dios. El infierno es un mundo de aborrecedores de Dios, de rechazadores de Cristo, de despreciadores de la santidad, y de amantes del pecado."

Así, venimos al fin de este tratado. Mucho más podría ser dicho, pero estoy convencido que si las palabras de las Santas Escrituras no son suficientes para convencer a una persona acerca de la verdad tampoco las mías lo efectuarán. Yo sólo puedo finalizar esto con las palabras del hombre sabio de Jerusalén, el hijo de David. El Predicador dijo:

El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala. Eccl 12:13, 14

Pero esto es posible al hombre solamente:

Si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. I Juan 1:7